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¿Cómo traer el feminismo a tu educación?


Con el año escolar iniciando, empezamos a leer artículos y notas tituladas “¿Cómo

prepararse para el regreso a clases?”. Y mientras sé lo importante que es terminar la lista de libros que queríamos leer en vacaciones y conseguir los mejores lápices y cuadernos, también sé que, a veces, para nosotrxs como feministas, existe algo con lo que necesitamos ayuda: ¿Cómo usar nuestro feminismo para potenciar (o, bueno, interrumpir) nuestro entorno académico?

A continuación cinco formas de empezar:

1. Haz tu mayor esfuerzo para estudiar sobre/a personas que no sean hombres

heterosexuales, blancos, cisgénero(1).

Hombres heterosexuales, blancos, cis como conjunto no son, claramente, un monolito sin visión, sino que son el grupo más privilegiado con el mayor poder en el mundo y que, por supuesto, han dominado la academia, para hablar –ehm- por siempre. Y especialmente en occidente, todos los cánones académicos perezosamente priorizan su trabajo como la parte más importante de todo- por lo que se puede tomar un curso de “Literatura del siglo XIX”, pero también “Literatura Afro” o “Literatura de Mujeres”, como si éstas dos últimos no hubieran contribuido al primero.

Entonces cuando hablemos de tus electivas, escoge aquellas que rindan homenaje a grupos de personas a las que normalmente no se les da crédito por existir. Y cuando estés investigando para tus propios proyectos, indaga profundamente para descubrir un poco más de lo que tu biblioteca o bases de datos tienen en la superficie para ofrecerte.

Y de una vez por todas, escoge clases que sean enseñadas por personas que son usualmente marginadas o discriminadas. Ya recibimos suficiente educación que mantiene el status quo heterosexual, blanco, cis y masculino. Es tiempo de ir más allá de esos límites y explorar otros horizontes.

2. Habla más si eres una persona marginada en la clase (y escucha más si no lo eres).

Si eres la única mujer en tu clase de ingeniería o de negocios, alza más tu mano. Si eres uno de las tres personas de color en tu clase de teatro, ve tras esos papeles principales. Haz bastante obvio que te encuentras en ese espacio y que mereces estarlo.

Aprende a decir “No he terminado” si alguien te interrumpe. Pregunta a las personas que aclaren paso por paso sus afirmaciones discriminatorias (a la “Disculpa, pero no entiendo lo que quieres decir”). Permítete a ti mismo estar presente y activx en el lugar.

Y si eres alguien con más privilegios que otrxs (tu sabes, un hombre blanco heterosexual) y especialmente si estás en un espacio en el que tu poder es más evidente una persona blanca (en una clase sobre historia negra), por favor haz un poco más de silencio.

Eso no significa que no puedas hablar nunca. Tienes permitido preguntar y participar en la discusión de clase porque tú también estás ahí para aprender. Solo recuerda que cuando se trata de compartir, la probabilidad de que aprendas más ocurrirá si estás escuchando en lugar de hablando.

3. Se “Esa Persona”.

El año pasado, en una clase de nivel doctoral que estaba tomando, se nos pidió que hiciéramos una lista de palabras que asociáramos con lo que considerábamos era ser estudiantes universitarios. Era una actividad para hacernos pensar el motivo por el cual estábamos ahí, en un programa de doctorado, y para dar cuenta de lo qué entendíamos por una beca.

La lista en el tablero estaba llena de palabras como “ambiciosos”, “curiosos”, “inteligentes” y “dedicados”. Y cuando mi profesor estaba cerrando la actividad, suspire y levanté mi mano: “Miren, no quisiera ser esa persona” dije “pero ¿Qué tal si pensamos en la palabra “Privilegiados”? Las otras dos personas que se reconocían como feministas en la clase suspiraron con alivio y gritaron, “¡Sí! ¡Gracias!”. Y aún así, cada situación en las que es momento de decir esa cosa que todos esperan de mí que diga y no quiero ser la única que lo diga, me siento rara e incómoda -y luego lo digo, de todas maneras.

Una amiga de mi programa, una mujer negra, quien frecuentemente traía el tema de raza a nuestras discusiones de clase una vez me dijo “No quiero ser ‘esa persona’. De verdad no quisiera. Pero si nadie más va a decirlo, supongo entonces que es mi deber”. Puede ser molesto para otros, pero a veces, es necesario. Así que adelante, ¡dilo!

4. Aprópiate de tu sesgo académico.

Existe un mito en la academia de que todas nuestras ideas deben ser, supuestamente,

imparciales.

“Imparciales” (u “objetivas”), en este caso, es un adjetivo abiertamente utilizado para describir el trabajo de un hombre blanco, heterosexual, cisgénero. Pero cuando no eres parte de ese grupo – y especialmente si estas estudiando o discutiendo algo relacionado con tu opresión- las personas son rápidas en asumir que tu punto de vista es muy sesgado o subjetivo para ser tomado en serio. Manda eso a la mierda.

Recuérdale a la gente que no existe algo como una opinión imparcial porque todos somos presas de la socialización, lo que afecta nuestra forma de entender el mundo, incluso en las llamadas “ciencias duras”. Recuérdales a las personas que no existe tal cosa como una investigación objetiva porque todos traen sus valores a la mesa cuando trabajan, sin importar que tan duro sea para ellos y su equipo tratar de dejar eso a la entrada.

Y recuérdale a la gente que, de hecho, es perfecta y académicamente necesario trabajar con un marco teórico- y que las perspectivas como el feminismo, el constructivismo social y el pensamiento radical son marcos legítimos también.

5. Transforma cualquier campo de estudio en un campo de estudio feminista.

A menudo, recibo mensajes de personas diciéndome que ellos quieren hacer de su

feminismo una carrera, pero que ya están a la mitad de su carrera universitaria, y que están estudiando _______, donde el espacio representa algún campo que ellos consideran no es inherentemente feminista: como publicidad, finanzas, diseño gráfico, por ejemplo. Y a eso, yo respondo: “Entonces hazla una carrera feminista”

No tengo un título en estudios feministas o de mujeres. Obtuve mi título en Licenciatura en Inglés. Y mientras el inglés y la educación parecen lo suficientemente fácil para caber en el molde del feminismo, ese no era mi plan cuando inicié la universidad. Solo quería ser una profesora de inglés.

Pero mientras mis intereses en género y sexualidad empezaron a emerger, yo simplemente, cambiaba cualquier tarea o trabajo en un estudio sobre esos temas. Analicé cómo el uso de la liberación sexual femenina de Hemingway en su libro Fiesta (En inglés The sun Also Rises) hacia parte de una trama que era, de hecho, claramente anti-feminista. Estudié cómo los desordenes alimenticios afectaba el desempeño académico de lxs estudiantes – y qué estaban haciendo (o no haciendo) las universidades con respecto a eso. Hice de mi campo de estudio escogido, un campo de estudio para nadie más que para mí.

¡Y tú también puedes hacerlo! Toma lo que estas aprendiendo (publicidad, finanzas, diseño gráfico) y aplícalo para objetivos feministas. ¿Qué clase de anuncios puedes hacer que ayude a terminar con la cultura de abuso y violación en tu universidad? O ¿cómo es un director financiero de una organización que lucha por eliminar la violencia doméstica?

Haz tuyo el campo de estudio que escogiste. Deja que tu feminismo y tu carrera colisionen.

Porque si me preguntas, no hay nada más feminista que tomar un espacio tradicionalmente dominado por aquellxs privilegiadxs y mostrarle tu “dedo del medio” a él.

Notas

1. Cisgénero (frecuentemente abreviado como cis), en el campo de los estudios de género, es un término que se utiliza para describir a personas cuya identidad de género y género asignado al nacer coinciden.

Tomado, traducido y adaptado de Everyday Feminism

http://everydayfeminism.com/2016/01/bring-feminism- to-education/


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